El Shiatsu tiene una raíz tan sencilla como profunda.

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No hace falta hacer grandes cosas. Solo estar disponible con la presión adecuada en el lugar preciso, el tiempo necesario. Y sobre todo acompañar y estar atento a dar lo que la persona necesita.
Una de las cosas más lindas que tiene una sesión es cuando la persona empieza a notar qué es lo que necesita, y se da el permiso de pedirlo. Ahí el trabajo se vuelve sencillo porque de nosotros solo hace falta acompañar y dar eso que nos piden, podemos además hacer propuestas de movimientos y presiones en zonas donde notemos que el movimiento se detiene o se ve limitado por tensiones musculares que no llegan a ser contracturas.
Así el cuerpo comienza a conectarse y el movimiento a fluir por las articulaciones, dando lugar a la expresión de la naturaleza humana. El movimiento es vida, la vida es expresión. Una vez comprendido esto el resto fluye como el agua con pendiente.
¿Donde aparece la dificultad? Hay varias.
Primero la necesidad que tenemos de hacer, de movernos, de creer que para que algo suceda yo tengo que hacer y poner mucha energía en eso que hago. Esto lo desactivamos recibiendo Shiatsu sintiendo como esa presión profunda y sostenida va aliviando dolores que llevan mucho tiempo en mi cuerpo. Solo con  presencia y quietud.
Lo segundo es la dificultad de estar a gusto en mi cuerpo. Pocas son las personas que no sienten dolores o molestias en su cuerpo, si a eso le sumamos estar en el piso en posiciones que no suelen ser las más comunes y tenemos que quedarnos quietos aplicando una cierta presión sobre la zona a trabajar el momento del dar Shiatsu se vuelve poco placentero y difícil.
Para resolver esto necesitamos técnica, entrenamiento y práctica. Es decir cual es la posición de mi cuerpo adecuada(biomecanicamente correcta) para poder sostener esta presión sin esfuerzo y con comodidad. Entrenar requiere conocer primero qué es lo que tengo que entrenar, y para esto necesito sentir mi cuerpo mientras trabajo. Lo segundo es conocer la forma de entrenar eso que me genera malestar durante la sesión. Puede ser desde elongar los tobillos y muñecas hasta fortalecer el abdomen y los músculos para-vertebrales, de que te registres y conozcas la forma de entrenarte nos encargamos durante la formación. La práctica es tu ofrenda a tu propio esfuerzo, esfuerzo de formarte, de aprender, es hacer lo necesario para investigar y mejorar, para dar un buen Shiatsu se necesita practicar con al menos 300 personas.
La tercera mayor dificultad que aparece es la de entregar el peso sin hacer fuerza. Esto resulta una de las situaciones más relevantes durante una sesión, si hago fuerza el cuerpo de la otra persona se puede sentir atacado y se tensará para protegerse. Si me dejo caer dentro del cuerpo del otro lograré una presión profunda, sin cansarme y sin resistencia por parte del cuerpo de quien recibe el masaje.
Por todo esto decimos que el Shiatsu es sencillo pero no fácil, es simple y claro pero complejo de aprender y sobre todo de llevar al cuerpo. Su profundidad se basa en el principio de equilibrio de todas las cosas. Las cosas siempre tienden a acomodarse si le damos el tiempo necesario con el soporte adecuado para que, llegar hasta ahí sea un viaje delicado y placentero.

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